Baby, i'm home!

Miles de años después de abandonar el blog decidí darme un break para seguir ecribiendo lo que continua siendo parte de la historia de mi vida, y ahora que tengo tiempo de sobra decidí que era un buen momento para reiniciar...



Ah, la vida y sus giros tan maravillosos en los que nunca sabemos como va a seguir la historia, pero no podemos hacer mucho a la hora de los madrazos...

Pues bien, después de mi post en el que ahora parezco una pinche indecisa a la hora del romance puedo decir una cosa: it's over!

Efectivamente, después de que la historia en la mi ex y yo volvieramos a embarcarnos por los laberintos de una nueva relación resultó que no era lo que esperábamos... supongo que fueron muchas cosas, por que en si amor no faltó, pero creo que tomamos mal los tiempos, no supimos manejar la distancia, el tiempo, las amistades, las salidas, la vida... así que después de un mes en que todo al principio fué a pedir de boca, todo se fué marchitando por la misma tensión de la distancia; realmente no existe a nadie directo a quien culpar, así que después de una charla después de no vernos casi dos semanas decidimos renunciar por bien del recuerdo tan maravilloso de la relación que tuvimos, decidimos ponerle fin a la historia de "por siempre felices", recuperarnos cada quien por su lado y continuar con nuestra vida por caminos separados.

Sobra decir que a pesar de lo tranquilo que puede sonar escrito, esto que pasó fué un martirio por un tiempo, por supuesto que hubo lágrimas y depresiones acompañadas de toda esta hermosa aventura y fué por lo mismo que el siguiente madrazo de la vida me fué a dar directo a la cara... el mismo día en que terminamos me aguanté lo más que pude como buen macho, dos horas y media de camino en las que estaba completamente perdida, como zombie en un camión, con el rostro inexpresivo, sin escuchar nada, sintiendo sólo el vacío que todo eso me había dejado... cuando llegué a mi casa, bastaron dos pasos para que estallaran las lágrimas justo enfrente de mi madre, incontrolables, amargas, desesperadas, las estuve guardando todo el camino hasta llegar a un lugar seguro. Por supuesto que elegí el peor lugar para desahogarme, porque obvio las preguntas: que pasa?, porqué estás tan trsite?, quién te hizo esto?, no tardaron en aparecer y mi única respuesta fueron sollozos y silencio.

La mañana siguente todo fué lo mismo que en el camión, un zombie caminando por la casa, con las lágrimas siempre a punto de salir, pero sin ninguna clase de expresión, aunque a ratos sólo cambiaba para mostrar una imagen de completa desolación; así que justo a la hora del desayuno, en la que si no fuera por que estaba sentada enfrente de la mesa puedo decir que estaba completamente ausente, así que con una inusual tranquilidad, mi madre me preguntó qué era lo que pasaba, a lo que yo no respondí nada, pero volvió a sorprenderme diciéndome: Sé que ayer terminaste con ****, no necesitas decírmelo para que lo sepa... sólo la miré, se me volvieron a salir las lágrimas y mi madre volvió a preguntar: -tuviste una relación con ella verdad?- y con lágmas en los ojos y con el mismo gesto inexpresivo sólo alcancé a decirle que si...

Sólo nosotros sabemos como manejamos nuestros tiempos, pero la elección de un momento muy vulnerable para sacar a relucir algo potencialmente devastador es bastante inicua. Ahora en vez de sólo dedicarme a lamerme las heridas de mi recién fallecida relación, también tengo que lidiar con el asunto de salir del closet y no precisamente de una manera fácil, sino todo lo contrario, pero a veces nos tiene que costar un poco para entender cuál es el precio de la libertad.