La belleza de ser un cazador de tatuajes


Sin duda, la ciudad ha logrado domesticarme... he encontrado refugio y consuelo en sus sucias calles, me he enamorado perdidamente de los miles de rostros desconocidos que veo a diario, las grandes máquinas que rugen en el tráfico han llegado a tener en mi un efecto casi sedante. Mi ciudad, una ciudad, cualquier ciudad...

Ya no encuentro aquella paz que tanto añoraba en la suave brisa del mar ni en el susurro de los árboles, he encontrado la manera de conseguir algo muy parecido a la felicidad en mis caminatas vespertinas antes de ir a la escuela o buscando alguna calle de algún lugar en específico.

El consuelo que antes representaba la añoranza de un lugar tranquilo y silencioso ya no significan otra cosa que la histeria de un ser urbanizado desconectado de su hábitad inatural. Es increíble que ya no pueda estar tranquila si no tengo a mis nuevas adicciones a mi lado: mi ordenador, mi móvil, mis libros, mis cigarrillos y mi música, y los he hecho míos por que así lo he decidido, por que aún creo que es mi decisión.

Las ansias locas de ser libre en un lugar salvaje han desaparecido, ahora sólo quedo yo, sumergida en mi universo de cotidianidad junto con mi calma inusual de siempre...

Me dí cuenta de todo esto mientras iba caminando por el Centro Histórico de la Ciudad de México, la realidad me entró de golpe, de repente no odié mi alrededor junto con sus atestadas calles, sino que pude ver una belleza que jamás me había detenido a contemplar desde tan cerca por ir siempre tan rápido, por odiar todo a lo wey y sin sentido, por querer no ver.

Es cierto que muchas cosas no son buenas, los servicios públicos van en decadencia, la mediocridad avanza, los crímenes aumentan, la injusticia no cesa, la pobreza comienza a ser el pan de cada día; nos dejamos llevar por el speed de la vida sin detenernos a pensar tantito, por eso nos hemos vaciado, vemos los excesos como algo común y la vanidad, la "perfección" y el poder han tomado el trono.

Pero aún así siempre puede haber algo de belleza alrededor, algo rescatable dentro de tanta mierda, algo que valga la pena. No estoy segura de que sea el amor, esa palabra se ha vuelto tan común que parece que a nadie le cuesta pronunciarla, le hemos perdido el miedo y por lo mismo le restamos significado, el decir "te amo" se ha vuelto sinónimo de "te quiero", "que buena onda eres", "me caes chido". Nadie puede saber a ciencia cierta qué es el amor, podemos darle un significante, pero estoy segura que es algo más que decirse a uno mismo "la amo, porque también amo a los perros y a las nubes"...

Me he puesto a pensar mucho en que significan las cosas para mí, hace poco me dí un periodo sabático al entrar al mundo de lo speed, el universo del desmadre, los excesos, las salidas insípidas, los sentimientos de chocolate, en fin en mundo del aquí y ahora.

Sensei me dijo que de todos podemos aprender un poco, desde la persona más estúpida hasta del brainiac por excelencia. Podía entender el porque la gente con siquiera un dejo de materia gris podría enseñarme algo, pero, qué habría de aprender de los plastics? de la gente verdaderamente obsesionada con las vanalidades de la superficie... y vaya, gracias a ellos me doy cuenta que ser reflexivo es un privilegio de pocos, por que una vez entrando a ese mundo el regreso es espinozo, confuso y triste. Entré porque quería saber qué era el no preocuparse por nada, ni por el pasado, ni por el futuro, y en ocasiones, ni por el presente. Lo que no sabía es que en el limbo emocional por el que atravesaba era detestable para los demás, pero ignoré todo y me olvidé de todos y no le permití la entrada a nadie... pero no me daba cuenta (clásico, no?).

Estaba viviendo mi segunda adolescencia, estaba viviendo de nuevo aquella etapa en la que casi todos somos odiosos, egoistas, egocéntricos, vanos, en fin... yo era el posterchild del adolescente malo. Me encerré en un huevo de cristal reforzado para no escuchar a nadie, y por lo mismo evité ser escuchada, eso al principio parecía ser la mejor opción, pero después de despertar encabronada por milésimo día consecutivo me detuve a pensar qué era lo que estaba pasando, me dí cuenta de que había hecho un desmadre, que dejé de ponerle atención a mi familia, a mi salud mental y a mis amigos. El mundo del speed sí que era atractivo, pero ahora que he salido con suerte y me he dado cuenta del mundo en el que vivía puedo decir que ellos siempre serán los fantasmas de los sueños frustrados y de las mentes brillantes opacadas, una verdadera lástima.

No digo que ahora que he cambiado soy perfecta, de hecho disto mucho de serlo, pero he hayado la manera de encontrarme y mejorarme, de seguir disfrutando del viaje y si tengo suerte, de cumplir mis fantasías y en algún momento dejar de sentirme como la incógnita que alguna vez fui y de la que ahora llevo una cicatriz en la memoria...

2 comentarios:

Goma Rosa dijo...

se de lo que hablas
pasar desapercibida en un lugar desconocido
asi era hasta que paso el tiempo, se volvio conocido y me volvi conocida..
pff..

Anónimo dijo...


es de lo mejor que he leido!!!

y tambien me identifico con lo que dices, he encontrado mi espacio en un lugar en donde parece no entrar un alma más

YYY algo que valoro DEMASIADO es el poder de las palabras, su significado, no es que cueste decir te amo, es que lo apreciamos demasiado como para andarlo regando por el mundo, a diestra y siniestra, como si fuese cualquier cosa ... y lo peor es que de pronto se vuelve algo tan cotidiano que pierde el sabor, la emoción, el verdadero sentimiento.